Debemos hablar más de las obras de Dios que de las obras del diablo.
"Hay cristianos que piensan y hablan demasiado del poder de Satanás [...] Satanás se goza cuando engrandecemos su poder. ¿Por qué no hablamos de Jesús? ¿Por qué no magnificamos su poder y su amor? (DTG, p. 455).