A todos nos visten nuestros padres durante la infancia. Nos visten con la ropa que ellos nos compran y que consideran mejor para nosotros.
Después, cuando somos jóvenes, no permitimos que nuestros padres elijan nuestra ropa, queremos elegir qué vestir y usar lo que nos gusta.
En la vida cristiana debemos permitir que Dios nos vista con la ropa que él nos aconseja usar.