Los medios sociales han cambiado globalmente el rostro de la cultura. Facebook, Twitter y otras redes sociales o aplicaciones invitan a la gente a publicar cada acción que realizan. Observar qué hay en tu teléfono celular es más importante que hablar con el amigo que está sentado frente a ti en el restaurante al que fueron juntos a comer. Y probablemente la otra persona también está ocupada actualizando su propio “estado”.
Pero, llega a ser más serio que eso. Revelaciones recientes de agencias nacionales e internacionales de seguridad han demostrado que no solo es visible lo que “publicamos”, sino también lo que no queremos compartir. Las cámaras web pueden ser interceptadas, y aun “secuestradas”, y usadas para recoger imágenes de dentro de nuestras casas. La privacidad personal, según algunos sociólogos, es una cosa del pasado.
Ezequiel recibió una visión en Babilonia en la que Dios le mostró lo que estaba sucediendo en el templo de Jerusalén: había idolatría (Eze. 8:1-4), celo (vers. 5, 6), adoración de animales (vers. 7-13), llanto por Tamuz –una diosa babilónica de la vegetación, como lo es la madre tierra en otras culturas– (vers. 14, 15) y adoración al sol (vers. 16-18). Esta mezcla era un sincretismo de la peor especie, allí en Jerusalén, el centro de adoración a Jehová; y la visión expuso los pecados secretos que habían enviaron a los judíos al exilio.
¿Qué diferencia hay entre la invasión de la privacidad en la sociedad moderna y la exposición de los pecados secretos como fueron revelados a Ezequiel?
Foco: Saber que, una vez que el exilio fue seguro, Dios también dio importantes profecías de esperanza. Aunque Judá era un desastre bajo el rebelde rey Sedequías, Dios predijo el fin del exilio y animó a su pueblo a mantenerse fiel.