Motivación:
Años atrás, un día frío en la ciudad de Nueva York, un niño de diez años, descalzo y temblando observaba atentamente la vidriera de una zapatería. Una mujer se acercó al niño y le preguntó por qué observaba la vidriera con tanto interés. El niño respondió que le estaba pidiendo a Dios un par de zapatos. La mujer lo tomó de la mano y lo llevó dentro del negocio. Pidió al empleado que trajera seis pares de medias; también le pidió un recipiente con agua y una toalla. Fue con el niño al fondo de la tienda, se quitó los guantes, le lavó los pies y se los secó con la toalla. El empleado llegó con las medias. La mujer colocó medias en los pies del niño y le dio un par de zapatos. Puso su mano en la cabeza y le preguntó si se sentía más confortable. Cuando la señora se dio vuelta para salir, el sorprendido niño aseguró su mano y con lágrimas le preguntó: “Señora, ¿usted es la esposa de Dios?” El niño le dijo una verdad que ella no imaginaba. La iglesia de Dios es su novia, su esposa. Como miembros de su iglesia, necesitamos reflejar su carácter amoroso.
Foco:
Saber que nunca fue parte del propósito divino que los seres humanos sufrieran, que existiera pobreza, soledad, dolor y tristeza. Pero, ante esa realidad, él llama a sus seguidores que le ayuden a socorrer a los marginados.
Sea bienvenido al Bosquejo de la Lección de la Escuela Sabática.
Estamos en la tercera lección, que tiene como título: “Justicia y misericordia en el Antiguo Testamento: parte 1”.
Comprensión:
Veremos tres aspectos relacionados a la justicia y la misericordia en el Antiguo Testamento:
1. Justicia y misericordia, marcas distintivas de Dios.
2. Ritual vacío.
3. Actitudes de misericordia y justicia.