Antes de que el plan de Dios se acabe, y usted y yo podamos volver a casa, junto a nuestras familias debemos tomar decisiones de fe radicales. Debemos prepararnos en oración para recibir la bendición. Debemos buscar la bendición y abrazarnos al Señor y gritar de los más íntimo de nuestro ser: “No te dejaré, si no me bendices”.