Los primeros misioneros de la región Nagaland de la India enfrentaron grandes obstáculos cuando trabajaban de puerta en puerta. Un día, tres evangelistas visitaron una casa, y el propietario se sintió muy molesto que llamó a la policía. Se les dijo que la actividad que ellos realizaban no era autorizada mientras les colocaban esposas para llevarlos a la prisión local. En aquella época, había mucha aversión contra los creyentes adventistas en esa región.